La vivienda individual suele estar más condicionada a las inquietudes del cliente que otros encargos. Los factores culturales, de relación social, etc, determinan habitualmente los resultados.
En este caso la relación cliente-arquitecto viene complementada por una ordenanza estricta que sólo permite la existencia de cubiertas inclinadas y reduce el catálogo de materiales a los habituales del lugar.
Hemos elegido para esta pequeña casa la imagen de pabellón. Este se quiebra en su mitad para articular un acceso lateral aportando luz desde la mejor orientación.
El frente a la huerta se acristala en su totalidad, evidenciando la presencia de dos plantas edificadas, la superior adaptada a la cubierta sin espacios residuales.
Esta sencilla construcción de paredes de carga permite, mediante pequeños gestos, un resultado alejado de populismos y de bajo coste económico.
La cubierta es de teja cerámica plana y el canalón, de aguas pluviales autoportante, se desliga de la fachada lateral.