La propuesta se articula en torno a dos ideas centrales:
Por un lado la existencia de un sótano en el centro del local, posibilita la ubicación de la bodega comunicada con la barra del bar, que se erige como elemento identificativo, surgiendo desde el subsuelo.
Por otro, la presencia de un patio posterior, planteada como una prolongación visual del espacio interior.
A partir de este momento, los materiales y sus cualidades sensibles, textura, color y forma, son los protagonistas de la comunicación que se intenta establecer con los sentidos del espectador.
El hormigón armado de la barra, de los bancos y de las mesas, conforma volúmenes elementales de una sugerente y sencilla geometría plástica.
La tarima de madera se extiende por todo el local, constituyendo un solado continuo.
La doble cristalera, de suelo a techo que cierra el patio, da la unidad visual perseguida.
Finalmente la luz, surgiendo desde la hendidura del suelo, baña paramentos fundiendo materiales y volúmenes.